jueves, 8 de marzo de 2018

Ser mujer



Por mucho tiempo tuve problemas con mi identidad. No me agradaba la idea de ser mujer, y me sentía muy mal al respecto. Cuando me comenzaron a crecer los senos, trataba de ocultarlos usando t-shirts flojas, y sostenes muy apretados para “aplastarlos”. La llegada de la menstruación fue uno de los eventos más horribles que podía haber experimentado (qué poco sabía de lo terrible que se puede poner la vida). Entonces, físicamente me sentía como una aberración de la naturaleza.

Por otro lado, crecí en un hogar bastante machista, en el que “las mujercitas” teníamos que atender a los hombres de la casa, yo no podía reír o hablar muy fuerte porque no era digno de una señorita, y en el que también me sobreprotegían del mundo exterior. Recuerdo que desde pequeña estaba inconforme con esa situación, aunque también es cierto que, en medio de todo eso, siempre hubo mucho respeto y amor en el hogar.

Como toda nena, mi papi era mi ídolo, pero siempre tuve la impresión de que él hubiese querido que yo naciera hombre, hubiera sido más fácil para él criarme y cuidarme. Mi relación con él no era mala, pero él siempre estaba corrigiéndome, y hasta cierto punto, limitándome, me parecía muy difícil obtener su aceptación. Diferíamos mucho en nuestra forma de pensar (aún lo hacemos), y eso generaba también cierta tensión entre los dos. En contra parte, su relación con mi hermano era totalmente fresca y relajada, pues él parecía llenar sus expectativas. Yo creía que tal vez si yo hubiese sido hombre, nos hubiéramos llevado igual de bien.

En fin, abundaban las razones para que yo no quisiera ser mujer. No tenía muchas amigas, porque encontraba a las otras chicas un tanto aburridas y vacías, y toda la vida me he llevado mucho mejor con los hombres, llegando a convertirme en el “cuate sin chile” de varios grupos de amigos.

No fue hasta hace unos años que decidí abandonar esa forma de pensar, que solamente me dañaba y me limitaba a mí misma. Me di cuenta de que había logrado ya muchas cosas, y que, a pesar de las dificultades, iba alcanzando metas. Además, conocí mujeres maravillosas en el camino, que han sido inspiración y me hicieron mandar a la mierda mis paradigmas con respecto a tener amigas, aprendí a vivir la verdadera sororidad, construyendo una red de apoyo mutuo, en la que entre todas nos impulsamos a ser mejores, nos consolamos, nos entendemos, nos aceptamos, nos amamos.

Entendí también que esa inconformidad que sentía desde pequeña, era porque en realidad, el machismo incomoda, oprime, invalida, cosifica, y había que salir de él, para que mis hijos no vivieran esa misma desigualdad (al menos en casa). Comprendí que esta misma incomodidad fue lo que llevó a muchas mujeres, desde inicios del siglo pasado a comenzar la lucha por la igualdad, y gracias a ellas, yo pude obtener educación superior sin mayor problema, puedo participar y disfrutar las ciencias, puedo ejercer un voto, alzar la voz y expresarme. Pero estoy consciente de que falta un largo camino por recorrer aún.

Esta lucha no es sólo por mí, no es sólo para poder caminar tranquila por la calle sin ser acosada, para poder vestirme como quiera sin que por ello ponga en riesgo mi integridad física, y otro sin fin de situaciones incómodas del día a día. Esta es una lucha por todas las mujeres, por las privilegiadas, pero sobre todo, por las que no lo son, por las que están en los eslabones más bajos de esta cadena, por las niñas que son violadas y golpeadas, por las mujeres que son víctimas de violencia doméstica, por las que han sido asesinadas por el simple hecho de ser mujer porque no queremos que se repitan, por todas esas mujeres y niñas que no pueden hacerse escuchar.

Ser mujer sí tiene ciertas desventajas intrínsecas, especialmente al nacer en una sociedad machista, pero también trae consigo muchas satisfacciones, y cuestiones para disfrutar. Todo es cuestión de balancear, disfrutando de cada pequeño oasis que nos encontremos en el camino.

Yo sólo puedo decir que ahora me encanta ser mujer, aprendí a conocerme y aceptarme, a amarme y respetarme. Descubrí que tengo mucho amor para dar, así que me lleno de él, y puedo repartirlo también a los que están cerca de mí. A todo esto debo agregar que agradezco infinitamente el ejemplo que me ha dado mi madre, quién a pesar de también haber sido parte del régimen machista, logró equilibrar mi vida con su amor, y a mi padre porque ha sido incondicional conmigo, su cariño y apoyo no han faltado.

 Espero que en el futuro, las mujeres nos encontremos en una mejor situación, en la que no se tenga que luchar más, en la que no haya tantos tropiezos encontrando el camino a la autorrealización. Es un sueño, pero si trabajamos en él, tal vez deje de serlo.

sábado, 4 de noviembre de 2017

Ni cerca de ser perfecta

He llegado a un punto en mi vida en el que dejé de preocuparme demasiado por lo que los demás hacen o piensan. Tiendo a emitir opiniones que no siempre son constructivas, aunque no con mala intención, simplemente porque salen así.


No estoy ni cerca de ser perfecta, pero sí de sentirme plena. No soy todo lo que hubiese querido ser desde un principio, pero me gusta en lo que me he convertido.

El camino ha sido más largo de lo que debía, y es por mi necedad, es porque he tenido que pasar la misma lección más de una vez, hasta que ha sido entendida y aprendida con propiedad.

He aprendido que soy dueña y al mismo tiempo presa de mis propias palabras, pero también he aprendido que únicamente yo elijo cómo reaccionar ante cada situación. Yo soy quién decide qué me afecta y en qué medida, y también quién escoge qué batallas vale la pena pelear y qué batallas dejar ir.

El desapego es parte vital e importante de todo este crecimiento y aprendizaje, porque me permite sentir todo, con la intensidad que se debe pero sin miedo a perder. Puede que esto es lo que más me ha costado, y probablemente aún tengo camino por recorrer, pero mientras hay vida, hay aprendizaje, y me gusta aprender.

El camino de la vida, ciertamente no es como yo esperaba, ni como yo creía, mis decisiones erradas y acertadas me trajeron hasta acá, y no hay mejor lugar para estar.


viernes, 9 de junio de 2017

Me renuevo en el agua

El agua es mucho más que moléculas formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno unidas por un enlace covalente y que interactúan entre sí a través de puentes de hidrógeno.

El agua es la fuente de la vida, dándole a todo organismo el medio propicio para existir. Adicionalmente, el agua sirve para limpiar, para remover impurezas, suciedad. En mi caso, el agua no sólo me limpia por fuera, sino que tiene un efecto renovador también a nivel del alma, la sana, la hidrata, la limpia, la llena. Pero también me ayuda a esconderme, a desaparecer del mundo (al menos en mi cabecita), y cuando lloro, mis lágrimas se mezclan y desaparecen también.

Por este efecto tan curativo, tan necesario, acudo lo más que puedo a espacios con cuerpos acuáticos, en los que puedo sumergirme en mi propio espacio de felicidad. De las mejores sensaciones que puedo experimentar es estar inmersa en una laguna o un río, rodeada de naturaleza, de plantas, de frescura, de vida.

Este último año ha sido demasiado intenso, he perdido personas que significaron mucho en mi vida, y los únicos momentos de verdadera plenitud los he vivido en el Lago Petén Itzá, en el Lago Atitlán, en el río Napo, en el Océano Pacífico. Nadando fui dejando poco a poco el dolor en el agua, y fui calmando el espíritu, ese que no encuentra sosiego fácilmente, y por ello me siento muy agradecida con este líquido celestial.


Me renuevo en el agua, y es por ello que seguiré acudiendo a ella cada vez que sea necesario, buscando paz, buscando vida.

martes, 2 de febrero de 2016

Sueños de verano

Una de las mayores ilusiones con las que inicié el año, no eran los festivales musicales, era poder conocer de dónde vienes, conocer tus raíces, eso que te hizo ser la excelente persona de la que me enamoré.

Soñaba con sentir ese frío sobrecogedor, que te llega hasta los huesos, siendo contrarrestado por tu calor. Derretirme al verte feliz, al saberte feliz, al sentirte feliz.

Soñaba con esos páramos que tanto te apasionan, que los llevas en el corazón, y pensaba que me podría por algún momento fusionar con todas esas sensaciones tuyas.

Anhelaba conocer a tu gente, a esa mujer hermosa que te dio la vida, a ese hombre que te amó y formó, a esos amigos que te acompañaron en tu vida anterior. Escuchar a los tuyos y a ti hablar, con ese acento que me ha tenido alucinando por tanto tiempo.

Sería el mejor verano que habría pasado hasta ahora, y era porque llegaría a ser por un instante parte de ese mundo que te ha llevado a ser ese hombre maravilloso, lleno a su vez de sueños, de metas hermosas.

Deseaba con todo mi ser poder compartir todo eso, pero en mi caso, muchas veces los sueños se quedan sólo en eso, no se llegan a concretar.

Guardaré de igual forma todo eso como un bello recuerdo de una ilusión que me mantuvo viva y feliz.

Te amo hasta siempre.

domingo, 31 de enero de 2016

10 meses

Fueron 10 meses maravillosos junto al hombre más bello. Muchas ilusiones, muchos sueños despertaron, me llenaron y su amor me envolvió dulcemente.

Ahora, es momento de borrar ilusiones, modificar sueños y tratar de levantar el rostro y seguir sonriendo. Luchar por no caer en depresión, pero sobre todo, estar agradecida por lo que pasó y porque mientras haya vida, hay esperanza.

Mi corazón no para de llorar, y esta ruptura interior eventualmente me hará más fuerte. Pero por ahora, tengo un duelo, y no lo puedo evitar.

Mi Carlitos bello, mi amor, sólo espero que seas muy feliz, y que encuentres tu camino lleno de plantas y mucha frescura, que el agua te renueve el alma constantemente.

Me hubiera encantado concluir algunos planes, como el viaje a México, conocer tu país y tu mundo, pero supongo que en otra vida, en otras circunstancias, tal vez se hubieran podido dar.

Te llevo grabado en mi memoria, en mi corazón, y he construido una pequeña casita en mí, cómoda, linda y acogedora para que tu recuerdo tan dulce la habite.

Te amo, hasta siempre.

Mayra.