viernes, 9 de junio de 2017

Me renuevo en el agua

El agua es mucho más que moléculas formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno unidas por un enlace covalente y que interactúan entre sí a través de puentes de hidrógeno.

El agua es la fuente de la vida, dándole a todo organismo el medio propicio para existir. Adicionalmente, el agua sirve para limpiar, para remover impurezas, suciedad. En mi caso, el agua no sólo me limpia por fuera, sino que tiene un efecto renovador también a nivel del alma, la sana, la hidrata, la limpia, la llena. Pero también me ayuda a esconderme, a desaparecer del mundo (al menos en mi cabecita), y cuando lloro, mis lágrimas se mezclan y desaparecen también.

Por este efecto tan curativo, tan necesario, acudo lo más que puedo a espacios con cuerpos acuáticos, en los que puedo sumergirme en mi propio espacio de felicidad. De las mejores sensaciones que puedo experimentar es estar inmersa en una laguna o un río, rodeada de naturaleza, de plantas, de frescura, de vida.

Este último año ha sido demasiado intenso, he perdido personas que significaron mucho en mi vida, y los únicos momentos de verdadera plenitud los he vivido en el Lago Petén Itzá, en el Lago Atitlán, en el río Napo, en el Océano Pacífico. Nadando fui dejando poco a poco el dolor en el agua, y fui calmando el espíritu, ese que no encuentra sosiego fácilmente, y por ello me siento muy agradecida con este líquido celestial.


Me renuevo en el agua, y es por ello que seguiré acudiendo a ella cada vez que sea necesario, buscando paz, buscando vida.