Porque al final del día nunca fui ni lo suficientemente bella, ni lo suficientemente esbelta, fue que me concentré en tratar de cultivar mi intelecto. Fue un camino largo y a veces doloroso.
Después de algún tiempo, me rendí, abandoné la lucha. Comencé a relacionarme con más personas, con distintos backrounds, con diferentes intereses y objetivos.
Son personas pasajeras, vivencias que se disfrutan, pero sólo se recuerdan. En realidad seguía igual de sola.
Ahora me doy cuenta de que nunca he sido lo suficientemente bella, ni esbelta ni remotamente inteligente.
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