viernes, 22 de agosto de 2008

La calidez de la noche


La oscuridad me inunda, y llega la soledad. El día llega a su fin, mas yo debo seguir, entre sueños, ilusiones, y el fresco olor de la noche, hasta agotar mi imanación. Jugando con las ideas, algunas unas recién nacidas, otras maduras y otras tantas agotadas, se siente el peso de un arduo día de pensamientos.

Un susurro, un sonido, un leve roze del viento contra mi piel, es capaz de llevarme a lugares nuevos en mi mente, y a lugares del recuerdo. Los recuerdos a veces son amargos, pero al darme cuenta de que son solamente eso, se disuelven en mi mente, como un terrón de azúcar, dulce y agradable en mi boca. Ahora, los lugares nuevos están llenos de emoción, llenos de esperanza, pero también de incertidumbre, lo cual hace nazca dentro de mi una sensación de plenitud.

La soledad se aferra a mi y yo a ella, no nos podemos soltar, y sabemos que estaremos juntas de alguna manera u otra, en mis sueños, en mis ilusiones, en mis anhelos, en mis metas, en mis fracasos, y siempre nos podremos abrazar. Pero siempre habrán interrupciones en nuestra relación, que nos distanciarán, pero siempre tendremos el dulce recuerdo y la esperanza de regresar.

(Imagen tomada de Writing Pad)

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